Pero cuídala, no la dejes.
No le falles cuando te dice que te necesita, que tiene miedo y la angustia la absorbe. No le des la espalda, que ni ella misma es capaz de mirarse de frente. No la insultes ni regañes, que las peores palabras ya giran en su cabeza. No la dejes llorando, que la depresión a veces es un pozo sin salida.
Te lo digo por experiencia... no hay nada peor que enfrentarnos a nuestros demonios a solas.
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