domingo, 29 de marzo de 2020

Qué lindo saber que usted existe.

Si yo pudiera estar aquí, allá o en todas partes, seguiría eligiendote como sitio en el cuál quedarme.

Porque te miro y no hay palabra que describa lo que siento por dentro. Te miro y te digo mil cosas, cuando en realidad te observo en silencio. Te miro y me muero de ganas porque entiendas lo que gritan mis ojos.

The eyes never lie



Sé que tengo una enorme sonrisa y que casi todos los días la llevo puesta de oreja a oreja. Sé que me levanto riendo, que por las mañanas canto y hasta veces le dedico algún baile a la vida. Sé que voy por ahí regalando alegría. Pero mi pregunta es ¿nadie aún me ha mirado a los ojos? Sí, dos ojos negros, que no tienen mucho por decir, pero cuánta tristeza se llevan...

Nostalgías



La euforia de los chicos, la risa de las familias sentadas en una vieja reposera, el grito a una madre o alguna doña, el vecino que saluda a todos, el almacén de años, los carnavales, el vendedor ambulante aplaudiendo, el heladero con su música o el chatarrero con su canto que aún no consigo descifrar. La magia del barrio. El barrio se despierta temprano, a las seis de la mañana la parada del colectivo ya está llena. Por la tarde, silencio de siesta. Y por la noche, los festejos y la cena con la mesa afuera. El barrio tiene su magia pero muy pocos la conocen. El barrio contagia y hermanda, porque lo que hoy le pasa a Juan nos pasa a todos. El barrio es esa chispa de alegría en la vida, donde todos nos miramos a la cara y nos llamamos por el nombre. Y el que diga lo contrario, qué poco sabe del barrio... 

Soy antídoto y veneno.


¿Y vos, cómo saliste del pozo? Sola contesto. Sola como lo fui siempre. 
Lo malo de estar solo es que a veces avanzas 10 pasos y al siguiente día, ya caíste 30 para atrás, y no hay nadie que te amortigüe la caída o te sople el raspón. Cuando estas solo, sos vos, llorando frente a un espejo, encerrado en un baño, mordiéndote los labios y tragando saliva. Cuando estas solo, vos sos tu mejor amigo y tu peor enemigo, podes ser la víctima y victimario de tus actos, tus palabras, tus pensamientos... Cuando estas solo, la voz que te susurra adentro duele y no hay consuelo que calme la herida, todo te recuerda aún más a tu soledad. Cuando estas solo te abrazas fuerte y te acurrucas en tus propios brazos en busca del efecto analgésico del amor propio
A veces simplemente no estamos solos y sin embargo elegimos estarlo.